Los días pasaban lentamente, en cada uno de ellos el dolor y sufrimiento de Frank aumentaban, al contrario de sus esperanzas, que parecían desvanecerse al igual que se va apagando la luz de una vela.
Habían pasado unas semanas desde que Gerard estaba en coma, el menor estaba la mayor parte del tiempo a su lado, dedicándole palabras de fe y ánimo. Intentó con todas sus fuerzas quedarse en aquella asquerosa y blanca habitación cada día, pero tanto el instituto como los médicos de ese hospital no se lo permitían, aún así se escabullía cuando podía y se sentaba al lado de la cama del inconsciente, tomando su mano en señal de apoyo, transmitiéndole su fuerza, mientras lloraba largas horas.
Eso que sentía Frank, era un dolor indescriptible, un dolor mayor que el físico, se sentía vacío, como si su pecho hubiera sido abierto con un afilado cuchillo y le hubieran arrancado la mitad de su corazón, creía que su vida había dejado de tener sentido, y la desesperación que sentía cada vez que veía al mayor, simplemente hacía que miles de espadas rajaran su interior.
Frank no era el único que sufría, tanto sus compañeros de escuela como sus familiares no eran los mismos de siempre, ni siquiera Mario bromeaba, el instituto permanecía en silencio, y en ocasiones, los alumnos cuchicheaban sobre lo ocurrido.
Mikey cayó en una depresión, convirtiéndose en lo que una vez su hermano fue.
No era la primera vez que Gerard estaba hospitalizado, ni la primera que estaba en coma, pero esta situación era más grave a las anteriores.
-Gee, por favor, continua luchando, yo sé que puedes, despierta amor…- esas fueron una de las tantas desconsoladoras palabras de Frank.
La puerta se abrió de un momento a otro.
-Iero, debe irse ya, se acabaron las visitas por hoy.- el anteriormente mencionado sabía que por mucho que hiciera no podría quedarse allí así que obedeció tras despedirse del pálido pelinegro.
¿Cómo había ocurrido todo esto? Simple, aquella noche Frank se había despertado como siempre, al lado del ahora hospitalizado, pero este no reaccionaba, el pequeño se asustó y llamó a una ambulancia, rápidamente los llamados acudieron al lugar y fue trasladado en una camilla hacía el hospital.
Habían pasado unas semanas desde que Gerard estaba en coma, el menor estaba la mayor parte del tiempo a su lado, dedicándole palabras de fe y ánimo. Intentó con todas sus fuerzas quedarse en aquella asquerosa y blanca habitación cada día, pero tanto el instituto como los médicos de ese hospital no se lo permitían, aún así se escabullía cuando podía y se sentaba al lado de la cama del inconsciente, tomando su mano en señal de apoyo, transmitiéndole su fuerza, mientras lloraba largas horas.
Eso que sentía Frank, era un dolor indescriptible, un dolor mayor que el físico, se sentía vacío, como si su pecho hubiera sido abierto con un afilado cuchillo y le hubieran arrancado la mitad de su corazón, creía que su vida había dejado de tener sentido, y la desesperación que sentía cada vez que veía al mayor, simplemente hacía que miles de espadas rajaran su interior.
Frank no era el único que sufría, tanto sus compañeros de escuela como sus familiares no eran los mismos de siempre, ni siquiera Mario bromeaba, el instituto permanecía en silencio, y en ocasiones, los alumnos cuchicheaban sobre lo ocurrido.
Mikey cayó en una depresión, convirtiéndose en lo que una vez su hermano fue.
No era la primera vez que Gerard estaba hospitalizado, ni la primera que estaba en coma, pero esta situación era más grave a las anteriores.
-Gee, por favor, continua luchando, yo sé que puedes, despierta amor…- esas fueron una de las tantas desconsoladoras palabras de Frank.
La puerta se abrió de un momento a otro.
-Iero, debe irse ya, se acabaron las visitas por hoy.- el anteriormente mencionado sabía que por mucho que hiciera no podría quedarse allí así que obedeció tras despedirse del pálido pelinegro.
¿Cómo había ocurrido todo esto? Simple, aquella noche Frank se había despertado como siempre, al lado del ahora hospitalizado, pero este no reaccionaba, el pequeño se asustó y llamó a una ambulancia, rápidamente los llamados acudieron al lugar y fue trasladado en una camilla hacía el hospital.
***
Tres meses después, la situación no mejoraba, eran unas deprimentes navidades.
El rendimiento escolar de Frank estaba por los suelos, este ya no era el niño feliz y sonriente que solía ser, casi ni hablaba y era mal educado cuando lo hacía, parecía más un zombie andante que un humano.
Mikey estaba más o menos igual que este, esto destrozaba a los padres de los hermanos Way, temían que su hijo menor acabará igual que el mayor, obviamente también estaban preocupados por este.
Dos meses más tarde, un día en el que Frank realizaba su habitual ritual de visita al “bello durmiente”, este pareció reaccionar, simplemente pronunció la palabra “Frankie” aún con la mirada perdida, el aludido lloró de la emoción.
-Tranquilo, estarás bien, te amo Gerard.- fue la respuesta del menor.
Fue a llamar a una enfermera inmediatamente, pero tras la examinación del doctor a su paciente, se dio cuenta de que Gerard no había mejorado, puede que incluso había empeorado.
-Lo siento, el paciente está saliendo del coma pero ha sufrido grandes daños en su cerebro por lo que puede que permanezca así, pero aunque es muy poco probable, hay posibilidades de que con una terapia mejore…- Frank se hundió en su dolor definitivamente…
Una semana después, Gerard fue internado en el manicomio de la ciudad tras la decisión de sus padres, allí recibiría la ayuda necesaria.
Frank pensó que esto sería el fin, definitivamente su vida no tenía sentido ahora que su amor era tratado como un loco con discapacidad.
Una noche el pequeño intentaba dormir, dando vueltas y vueltas, últimamente siempre tenía pesadillas y comía para poder subsistir, sin tener una razón para hacerlo, incluso tenía terapias semanales con el psicólogo.
Se cruzó por su cabeza la estúpida idea de suicidarse y así si moría iría al sitio en el que se encontraba Gerard, se reuniría con él y serían felices, pero tras meditarlo desechó esa idea, aún era muy joven y le quedaba alguna esperanza en el fondo de su corazón de que Gerard despertaría.
Esa noche vio una extraña sombra oscura a su lado, él lo ignoró pero de pronto sintió como si algo entraba en sus entrañas y algo lo invadiera, entonces sus ojos se tornaron de un color oscuro y una sonrisa cubrió su rostro.
En otra DIMensión
Tres meses después, la situación no mejoraba, eran unas deprimentes navidades.
El rendimiento escolar de Frank estaba por los suelos, este ya no era el niño feliz y sonriente que solía ser, casi ni hablaba y era mal educado cuando lo hacía, parecía más un zombie andante que un humano.
Mikey estaba más o menos igual que este, esto destrozaba a los padres de los hermanos Way, temían que su hijo menor acabará igual que el mayor, obviamente también estaban preocupados por este.
Dos meses más tarde, un día en el que Frank realizaba su habitual ritual de visita al “bello durmiente”, este pareció reaccionar, simplemente pronunció la palabra “Frankie” aún con la mirada perdida, el aludido lloró de la emoción.
-Tranquilo, estarás bien, te amo Gerard.- fue la respuesta del menor.
Fue a llamar a una enfermera inmediatamente, pero tras la examinación del doctor a su paciente, se dio cuenta de que Gerard no había mejorado, puede que incluso había empeorado.
-Lo siento, el paciente está saliendo del coma pero ha sufrido grandes daños en su cerebro por lo que puede que permanezca así, pero aunque es muy poco probable, hay posibilidades de que con una terapia mejore…- Frank se hundió en su dolor definitivamente…
Una semana después, Gerard fue internado en el manicomio de la ciudad tras la decisión de sus padres, allí recibiría la ayuda necesaria.
Frank pensó que esto sería el fin, definitivamente su vida no tenía sentido ahora que su amor era tratado como un loco con discapacidad.
Una noche el pequeño intentaba dormir, dando vueltas y vueltas, últimamente siempre tenía pesadillas y comía para poder subsistir, sin tener una razón para hacerlo, incluso tenía terapias semanales con el psicólogo.
Se cruzó por su cabeza la estúpida idea de suicidarse y así si moría iría al sitio en el que se encontraba Gerard, se reuniría con él y serían felices, pero tras meditarlo desechó esa idea, aún era muy joven y le quedaba alguna esperanza en el fondo de su corazón de que Gerard despertaría.
Esa noche vio una extraña sombra oscura a su lado, él lo ignoró pero de pronto sintió como si algo entraba en sus entrañas y algo lo invadiera, entonces sus ojos se tornaron de un color oscuro y una sonrisa cubrió su rostro.
En otra DIMensión
Gerard estaba de nuevo en ese podrido lugar, recorriendo ese mundo tratando de no ser descubierto, no tenía ni idea de lo que debía hacer para acabar con todo esto, ¿había alguna forma de olvidar su pasado y no volver más a este mundo? No lo sabía, no sabía cual era su misión.
A pesar de caminar durante horas, no se sentía cansado ni tenía hambre, ¿en que tipo de lugar estaba?
Todo el territorio era lo mismo, calles llenas de gente vestida de esa forma, que parecía no inmutarse a pesar de ver al extraño caminar por su territorio, simplemente seguían su camino, caminando lentamente y en dirección recta, como si tuvieran algo que hacer.
Gerard vio una especie de colina a lo lejos, negra, era lo único que no encajaba en ese lugar, al acercarse observó como la tierra de la colina iba desapareciendo, y de repente, una imagen de Frank surgió ante él como si de un portal se tratase, el menor lucía unas enormes ojeras y estaba durmiendo en su cómoda cama, pero se revolvía en ella. Gerard lloró al ver esta imagen, y al llevarse la mano a los ojos para limpiarse las lágrimas y así poder ver claramente a su pequeño, notó como esta se llenaba de un líquido negro, el pelinegro le restó importancia y acercó su mano a través del “portal” para poder tocar al menor, pero no pudo, este se desesperó y lo intentó de nuevo, pero era inútil, ni siquiera podía notar su presencia.
-¡Frankie, Frankie, por favor, escúchame, te amo!- intentó gritar lo más alto que pudo hasta dolerle la garganta, pero
sus palabras no estaban ahí, su voz no salía y nada cambiaba en la imagen de Frank, sin embargo, al pasar un rato este pareció mirar en dirección al mencionado con una cara que no transmitía nada.
De repente, esta imagen fue cambiada por otra en la que estaba su familia, reunida en una mesa, todos con caras tristes, sin una pizca de alegría en sus rostros, Gerard intentó hacer lo mismo que hizo con la imagen de Frank, pero al igual que la anterior ocasión, no sirvió de nada, la impotencia de este creció hasta un alto límite y chilló fuertemente, gritó durante minutos intentando desahogarse.
Pasó un tiempo indefinido allí, observando las imágenes que se mostraban ante él, sin poder hacer nada pensando en qué debía hacer, pero no encontraba una respuesta.
¿Alguna vez te has perdido en un mundo diferente donde todo lo que alguna vez conociste, desapareció?
Y tú, te encuentras impotente con todo lo que existe, estás pasmado.
¿Algún día me liberaré?
Busqué en mi mundo y no pude encontrarte.
Estás ahí pero no puedo tocarte, trato de hablar pero las palabras no me salen.
Puedo sentir una sensación de peligro, me miras como si fuese un desconocido.
Paralizado y parece no importarte.
Los demonios en mis sueños…
Si tú, te conviertes en nadie, ciego para tu familia, ¿quién podrías ser?
Y la vida, se ha revertido, recordando cada dolor, a lo largo del camino.
Todo lo que temes, te está llamando y te estás ahogando en ello.
¡Despiértame y vamos! Estoy a punto de explotar.
….
Gerard, creyendo haber perdido aún más la cordura, en el mismo lugar, observando lo único que lo mantenía unido al mundo humano, permanecía allí sin parpadear, hasta que quién sabe cuánto tiempo después, unos chicos que parecían tener más o menos su edad, vestidos al igual que el resto, pero a diferencia de los demás, sin la mirada perdida, lo agarraron del brazo y lo arrastraron lejos de allí, el pelinegro no puedo oponer resistencia y dejó que lo jalarán hasta quién sabe dónde.
Pararon en una especie de cueva para que el “arrastrado” se sintiera más aliviado.
-Hey, tranquilo, somos humanos vivientes, ¿creías que tú eras el único con este poder, idiota?- habló uno de ellos, alto, muy delgado, de cabello rubio y liso, con una extraña venda en la nariz, y al igual que el resto, de rasgos asiáticos.
-Basta Reita, lo vas a asustar más.- regañó al otro.- confía en nosotros, sé que es difícil hacerlo, pero te sacaremos de aquí e iremos a otra zona más segura, estamos en un lugar peligroso- trató de calmar otro de ellos, no tan delgado como el anterior, de cabello negro con una sonrisa y unos ojos que transmitían seguridad.
Gerard se quedó aún más sorprendido, ¿él no era el único? ¿acaso estaba teniendo alucinaciones? Pero, ¿qué más podía perder? Se dejó guiar.
-Y ¿Cómo es que todos hablamos el mismo idioma?- preguntó Gerard intentando tener un diálogo, cosa que no tenía desde hace muchísimo tiempo.
-No es que hablemos el mismo idioma, es que simplemente no hablamos, aquí a pesar de que abramos la boca y cada uno utilice su lenguaje, lo que nos hace entendernos es la mente, escuchamos lo que cada uno habla en su idioma… pero no hay tiempo para explicaciones ahora, cuando lleguemos ya podremos aclarar todo.- habló otro de cabello marrón claro anaranjado, de labios en forma de pato y que emanaba una belleza que no podía ser ignorada, tanto así que tenía rasgos femeninos pero a la vez denotaba masculinidad, como su voz.
-No veas la que has montado aquí, todo el mundo habla de ti.- dijo otro mientras caminaban o más bien, corrían. Era notablemente más bajo que el resto, de cabello rubio y unos ojos azul claro.
-No te preocupes, todo se solucionará, sabemos como salir de aquí.- dictaminó el último en hablar, picando un ojo tras ver la cara de preocupación de Gerard. Su cabello era negro, más largo que el del chico con la sonrisa en el rostro, tenía unos labios voluptuosos con un piercing adornándolos y una mirada gatuna.
Cuando llegaron, Gerard no pudo creer lo que vieron sus ojos, un pueblo, a diferencia del resto, muy colorido y espectacular, bajo sus pies había hierba y el cielo estaba iluminado, miró a sus “salvadores” y estos al observar la mirada de felicidad del “perdido”, sonrieron y se adentraron en el pueblo.
¿Dónde demonios estaba?
¿Alguna vez te has perdido en un mundo diferente donde todo lo que alguna vez conociste, desapareció?
Y tú, te encuentras impotente con todo lo que existe, estás pasmado.
¿Algún día me liberaré?
Busqué en mi mundo y no pude encontrarte.
Estás ahí pero no puedo tocarte, trato de hablar pero las palabras no me salen.
Puedo sentir una sensación de peligro, me miras como si fuese un desconocido.
Paralizado y parece no importarte.
Los demonios en mis sueños…
Si tú, te conviertes en nadie, ciego para tu familia, ¿quién podrías ser?
Y la vida, se ha revertido, recordando cada dolor, a lo largo del camino.
Todo lo que temes, te está llamando y te estás ahogando en ello.
¡Despiértame y vamos! Estoy a punto de explotar.
….
Gerard, creyendo haber perdido aún más la cordura, en el mismo lugar, observando lo único que lo mantenía unido al mundo humano, permanecía allí sin parpadear, hasta que quién sabe cuánto tiempo después, unos chicos que parecían tener más o menos su edad, vestidos al igual que el resto, pero a diferencia de los demás, sin la mirada perdida, lo agarraron del brazo y lo arrastraron lejos de allí, el pelinegro no puedo oponer resistencia y dejó que lo jalarán hasta quién sabe dónde.
Pararon en una especie de cueva para que el “arrastrado” se sintiera más aliviado.
-Hey, tranquilo, somos humanos vivientes, ¿creías que tú eras el único con este poder, idiota?- habló uno de ellos, alto, muy delgado, de cabello rubio y liso, con una extraña venda en la nariz, y al igual que el resto, de rasgos asiáticos.
-Basta Reita, lo vas a asustar más.- regañó al otro.- confía en nosotros, sé que es difícil hacerlo, pero te sacaremos de aquí e iremos a otra zona más segura, estamos en un lugar peligroso- trató de calmar otro de ellos, no tan delgado como el anterior, de cabello negro con una sonrisa y unos ojos que transmitían seguridad.
Gerard se quedó aún más sorprendido, ¿él no era el único? ¿acaso estaba teniendo alucinaciones? Pero, ¿qué más podía perder? Se dejó guiar.
-Y¿Cómo es que todos hablamos el mismo idioma?- preguntó Gerard intentando tener un diálogo, cosa que no tenía desde hace muchísimo tiempo.
-No es que hablemos el mismo idioma, es que simplemente no hablamos, aquí a pesar de que abramos la boca y cada uno utilice su lenguaje, lo que nos hace entendernos es la mente, escuchamos lo que cada uno habla en su idioma… pero no hay tiempo para explicaciones ahora, cuando lleguemos ya podremos aclarar todo.- habló otro de cabello marrón claro anaranjado, de labios en forma de pato y que emanaba una belleza que no podía ser ignorada, tanto así que tenía rasgos femeninos pero a la vez denotaba masculinidad, como su voz.
-No veas la que has montado aquí, todo el mundo habla de ti.- dijo otro mientras caminaban o más bien, corrían. Era notablemente más bajo que el resto, de cabello rubio y unos ojos azul claro.
-No te preocupes, todo se solucionará, sabemos como salir de aquí.- dictaminó el último en hablar, picando un ojo tras ver la cara de preocupación de Gerard. Su cabello era negro, más largo que el del chico con la sonrisa en el rostro, tenía unos labios volumtusos con un piercing adornándolos y una mirada gatuna.
Cuando llegaron, Gerard no pudo creer lo que vieron sus ojos, un pueblo, a diferencia del resto, muy colorido y espectacular, bajo sus pies había hierba y el cielo estaba iluminado, miró a sus “salvadores” y estos al observar la mirada de felicidad del “perdido”, sonrieron y se adentraron en el pueblo.
¿Dónde demonios estaba?
Y tú, te encuentras impotente con todo lo que existe, estás pasmado.
¿Algún día me liberaré?
Busqué en mi mundo y no pude encontrarte.
Estás ahí pero no puedo tocarte, trato de hablar pero las palabras no me salen.
Puedo sentir una sensación de peligro, me miras como si fuese un desconocido.
Paralizado y parece no importarte.
Los demonios en mis sueños…
Si tú, te conviertes en nadie, ciego para tu familia, ¿quién podrías ser?
Y la vida, se ha revertido, recordando cada dolor, a lo largo del camino.
Todo lo que temes, te está llamando y te estás ahogando en ello.
¡Despiértame y vamos! Estoy a punto de explotar.
….
Gerard, creyendo haber perdido aún más la cordura, en el mismo lugar, observando lo único que lo mantenía unido al mundo humano, permanecía allí sin parpadear, hasta que quién sabe cuánto tiempo después, unos chicos que parecían tener más o menos su edad, vestidos al igual que el resto, pero a diferencia de los demás, sin la mirada perdida, lo agarraron del brazo y lo arrastraron lejos de allí, el pelinegro no puedo oponer resistencia y dejó que lo jalarán hasta quién sabe dónde.
Pararon en una especie de cueva para que el “arrastrado” se sintiera más aliviado.
-Hey, tranquilo, somos humanos vivientes, ¿creías que tú eras el único con este poder, idiota?- habló uno de ellos, alto, muy delgado, de cabello rubio y liso, con una extraña venda en la nariz, y al igual que el resto, de rasgos asiáticos.
-Basta Reita, lo vas a asustar más.- regañó al otro.- confía en nosotros, sé que es difícil hacerlo, pero te sacaremos de aquí e iremos a otra zona más segura, estamos en un lugar peligroso- trató de calmar otro de ellos, no tan delgado como el anterior, de cabello negro con una sonrisa y unos ojos que transmitían seguridad.
Gerard se quedó aún más sorprendido, ¿él no era el único? ¿acaso estaba teniendo alucinaciones? Pero, ¿qué más podía perder? Se dejó guiar.
-Y¿Cómo es que todos hablamos el mismo idioma?- preguntó Gerard intentando tener un diálogo, cosa que no tenía desde hace muchísimo tiempo.
-No es que hablemos el mismo idioma, es que simplemente no hablamos, aquí a pesar de que abramos la boca y cada uno utilice su lenguaje, lo que nos hace entendernos es la mente, escuchamos lo que cada uno habla en su idioma… pero no hay tiempo para explicaciones ahora, cuando lleguemos ya podremos aclarar todo.- habló otro de cabello marrón claro anaranjado, de labios en forma de pato y que emanaba una belleza que no podía ser ignorada, tanto así que tenía rasgos femeninos pero a la vez denotaba masculinidad, como su voz.
-No veas la que has montado aquí, todo el mundo habla de ti.- dijo otro mientras caminaban o más bien, corrían. Era notablemente más bajo que el resto, de cabello rubio y unos ojos azul claro.
-No te preocupes, todo se solucionará, sabemos como salir de aquí.- dictaminó el último en hablar, picando un ojo tras ver la cara de preocupación de Gerard. Su cabello era negro, más largo que el del chico con la sonrisa en el rostro, tenía unos labios volumtusos con un piercing adornándolos y una mirada gatuna.
Cuando llegaron, Gerard no pudo creer lo que vieron sus ojos, un pueblo, a diferencia del resto, muy colorido y espectacular, bajo sus pies había hierba y el cielo estaba iluminado, miró a sus “salvadores” y estos al observar la mirada de felicidad del “perdido”, sonrieron y se adentraron en el pueblo.
¿Dónde demonios estaba?
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Hola de nuevo, estoy de vuelta, que alegría que ya estamos en vacaciones.
Espero que les guste el capítulo.
Imágenes:
Chico 1-Reita
Chico 2 - Kai
Chico 2 - Kai sonrisa
Chico 3 - Uruha
Chico 4 - Ruki (imagínenselo con ojos azul claro)
Chico 5 - Aoi
Lugar al que van (más o menos así)
Hay una parte de la canción, en la que la traducción que aparece en el vídeo, dice "y se están acercando" referido a los temores, pero en el capítulo yo lo tomé de un modo literal que sería "y te estás ahogando en ellos" ya que es la forma correcta.
Eso es todo, espero continuar pronto.