Gerard continuaba sumido en aquel terrible sueño del que no podía escapar, la hermosa niña de cabellos rubios no hacía más que reírse en su cara, como burlándose de la cara de terror del pelinegro y alegrándose de no estar en la misma situación en la que él estaba. Pero a pesar de eso, y a pesar del dolor desgarrador que estaba sintiendo aquel humano, intentaba descifrar el significado de las palabras anteriormente mencionadas por la espectro, “Es la única forma”, trataba de darle algún sentido a esas cuatro palabras, ¿es la única forma de qué?
Gerard rodeó su muñeca derecha con la mano, allí en dónde tenía su bien más preciado, la pulsera que le había regalado el ser al que amaba, acariciaba aquel objeto como si pensara que al hacer aquello todo el dolor acabaría, pero no fue así. Entonces recordó las palabras de su abuela, debía poner la mente en blanco, debía ignorar todo a su alrededor y hacerlo desaparecer para escapar de allí, pero eso no sería para nada fácil, teniendo en cuenta todas las cosas que tenía en su cabeza, el olor asqueroso y podrido de ese lugar, esas malvadas risas clavándose en sus oídos, aun así lo intentó, se quedó estático mirando a la nada, intentando hacer todo aquello desaparecer con todas sus fuerzas, pero nada pasaba, todo continuaba igual.
Lloriqueó para sus adentros y al décimo intento, la malévola niña cambio su semblante de burla por otro de miedo, y de repente, como por arte de magia, todo a su alrededor comenzaba a disolverse, perdiendo el color poco a poco, hasta que ya no había nada.
Con una exhalación se levantó de la cama y se situó en una esquina de la habitación, se sentó agarrando sus rodillas, susurrando cosas incomprensibles.
Frank al ver aquella situación, a Gerard con rasguños por su cuerpo y allí sentado, se asustó, suplicaba para que lo que su pequeña cabeza pensaba que quizás hubiera ocurrido no fuera cierto. Corrió hacia el más alto y se agacho para quedar a su altura.
-Gee, tranquilo, dime qué ha pasado.- preguntaba Frank con un nudo en la garganta al no querer saber la respuesta.
-Déjame, fuera, ¡lárgate!- el pequeño sintió que su corazón se rompía en pedazos.
-Gee, por favor…- suplicaba el menor en un susurro apenas audible.
-¡Que te largues! ¡Déjame solo! ¡No te acerques a mi, solo te haré daño!- y esa fue la fría respuesta del mayor, que no sabía ni lo que decía, simplemente su boca se movía soltando palabras que él no podía controlar. Sin saber por qué su mano se movió sola y chocó contra la mejilla de Frank fuertemente.
Frank preocupado y a la vez dolido salió de aquella habitación, llorando a través de sus ojos y de su corazón. Se dirigió hacia la biblioteca arrastrando sus pies, ese no era el Gerard que él conocía, quizás debía dejarle un tiempo solo para que se relajara, pero ¿había vuelto a esa horrible pesadilla de nuevo?
El menor se sentó en una silla en aquel oscuro cuarto y no dejó de derramar lágrimas por toda la superficie de la mesa, y al pasar las horas se quedó dormido mientras unas gotas cristalinas danzaban sobre su rostro y unas ojeras comenzaban a formarse.
Mientras tanto, Gerard gritaba, no sabía por qué pero gritaba y se daba pequeños golpes contra la pared. Unas horas después, creyó haber recuperado la conciencia y lloraba al recordar que había hecho mientras no era dueño de su cuerpo. Entonces pensó que Frank lo odiaría, se odiaba por haber sido capaz de ponerle un dedo encima a su pequeño, pero, ¿qué demonios había pasado? Le dolía aun el cuerpo, pero al menos intentaría arreglar las cosas con Frank antes de que fuera demasiado tarde, ya que incluso llegó a pensar que pronto podría volverse a ir y moriría pronto.
Buscó por todos los pasillos, asfixiado, hasta llegar a la biblioteca en dónde pudo localizar al pequeño con su cabeza recostada sobre aquella incómoda mesa. Se acercó lentamente, no sabía que hacer, solo quería que lo perdonara, que supiese que él jamás habría sido capaz de dañarlo.
-Frankie…- susurró su nombre con temor y lo movió levemente, el aludido, nada más al abrir sus ojos lo miró aterrado. – Frankie, lo siento, realmente lo siento, yo no quería golpearte, te juro que ese no era yo, por favor, perdóname.- trataba de pronunciar aquellas palabras mientras lloraba.
-Hey, tranquilo, te creo- Frank acarició su rostro con cuidado, con miedo a la reacción del mayor.
-En serio, Frankie, tengo miedo, es mejor que te alejes de mi, esto cada vez es peor.
-Gerard, escúchame, no lo haré, tú eres parte de mi vida y no puedo perderte, así que encontraremos una manera de solucionarlo, habla con tu abuela, no sé, pero por favor, mantén la fe y nunca te rindas, no dejes que esos cabrones controlen tu vida.- esas palabras salieron directamente desde el corazón del menor, estaba aterrado, pero sentía que Gerard era lo suficientemente fuerte como para poder librarse de esto.
-Quiero creer en tus palabras, Frankie- el pelinegro no quería insistir para no preocupar más a Frank, que no estaba al corriente de cuánto había empeorado la situación cada vez, consideró que sería mejor que a partir de ahora no le contaría más sobre esto para poner su vida a salvo ya que estaba seguro de que esos seres volverían, estaban al tanto de lo importante que era Frank para él y el riesgo que este corría.
Ambos humanos se sentían indefensos, no tenían a nadie a quien acudir, nadie podía ayudarles en todo esto.
Sintiéndose completamente atemorizados y sin esperanza alguna, volvieron al dormitorio, Gerard sabía que pronto algo parecido volvería a pasar y que si dormía, era más probable aún, pero debía poner a salvo a Frank, ya sea sacrificándose él mismo y acabar con todo esto, así que sin previo aviso el mayor comenzó a comerse la boca del otro desesperadamente en la cama, a recorrer todo su ser con sus manos, tenía miedo de no poder volver a hacer aquello nunca más, por lo que se desahogó con los labios de su amante, que correspondía mientras lloraba atacado. Así corrieron los minutos y una hora pasó, los amantes simplemente acariciaban sus cuerpos y recorrían con sus labios el cuello del otro.
-Frankie, pase lo que pase, recuerda que te amo.- pronunció estás palabras con el miedo a desaparecer de ese mundo pronto.
-Yo también te amo, Gee. – Frank no era tonto, sabía que algo muy grave ocurría pero se sentía mal consigo mismo por no poder hacer nada al respecto. Poco a poco el menor fue cerrando sus párpados y retomando el sueño, aun lloriqueando.
Gerard no lo aguantó más y aferrado a su amor se durmió con terror.
Como había previsto, al abrir sus párpados, estaba en otro mundo, atemorizado pero a la vez con la adrenalina recorriendo su cuerpo preparado para acabar con todo esto de una maldita vez.
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Ocho horas después, Frank lloraba, al observar a su novio inconsciente postrado en una incómoda cama blanca, con una gran cantidad de tubos que no sabía ni dónde comenzaban ni dónde acababan, y sus ojos, abiertos con la mirada perdida, como si estuviera luchando interiormente con algo.
-Lo sentimos, sigue en coma y no sabemos si despertará, aún si lo hace puede ser en unas horas o incluso dentro de veinte años.- una fría enfermera de cabello pelirrojo anunciaba aquello a las personas que estaban reunidas en esa sala, que no eran más que la madre, el hermano de Gerard, y por supuesto, Frank.
Al escuchar aquello, Frank sintió el crujir de su corazón, que se partía en pequeños trocitos de nuevo, pero él sabía, tenía el presentimiento de que Gerard saldría de esta, tenía fe en ello, el amor de su vida acabaría con todos sus tormentos y seguiría adelante.
Siguelo, Siguelo! Esta Super bueno el fic, no nos dejes con la intriga. Valen.
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ResponderEliminarPobre Gee.. lo esta pasando muy mal Y Frank tambien D:, espero que todo se arregle pronto :)
ResponderEliminarEsta muy biien, me encanta, sige prontoo <3