miércoles, 25 de julio de 2012

Capítulo 17 - Trustingly or Trustless?

Gerard estaba absorto ante ese nuevo mundo que se mostraba ante sus ojos. Él… ¿debería de estar feliz al ser uno de los elegidos? Sabía que sobre sus hombros cargaba una gran responsabilidad, su misión no era otra que proteger el mundo, pero… ¿por qué lo eligieron a él, y no a otro? ¿El don venía de familia? ¿El poseerlo era causa de los genes de su abuela? 
A pesar de tener todas esas preguntas en mente, y aún sabiendo que quizás podían ser respondidas por sus nuevos “amigos”, no quería saberlo, prefería quedarse con las dudas; ya tenía bastante información de todo esto. 
El pelinegro pensaba en la debilidad de los seres humanos, vagando por la tierra, muchos sin un propósito alguno, simplemente soportando la vida que les había tocado, hasta que un día se acabe, sin saber a dónde irán después… ahora es cuando la pregunta “¿cada uno de nosotros hemos nacido para realizar una misión en la vida, o solo vivimos por vivir?” rondaba por su mente, entre otras como: “¿Por qué estamos en este mundo? “
Si creyera en la primera opción, entonces ¿por qué hay gente que nace, pero nada más permanece aquí días, o incluso horas? ¿Era eso un castigo? ¿Por qué la gente toma la vida tan a la ligera, incluso llegando a crear una nueva vida por error, por un descuido? ¿Dios realmente existe? Si es así, ¿somos simples marionetas que controla para su propia entretención? No lo sabía, pero ahora, conocía su misión. Se sentía feliz de ello, sabía el uso de su don, tenía algo importante que hacer en la vida, y a diferencia de la mayoría de la gente, conocía cosas sobre la existencia y la no existencia, llamada  "muerte" por la mayoría, que el resto de seres humanos ignoraba. Ahora solo podía dar lo mejor de si, seguir adelante y luchar.


En esos momentos, Gerard estaba meditando sobre su cama, agarrándose la cabeza,  sumido en sus propios pensamientos, comparando su misión en la vida y el lugar en el que estaba, con un videojuego. 


La puerta se abrió y entraron por ella los cinco asiáticos. Extrañamente cargaban cada uno su arma, y sonreían de manera demente. Gerard se tensó pero no se movió, entonces cada uno sacó su arma de su respectivo estuche.


-No deberías de confiar en las personas tan fácilmente, ¿acaso no te enseñaron a desconfiar de los desconocidos?- se burlaba Reita.


-¿Qué estáis haciendo? ¿Es una broma?- preguntaba angustiado Gerard, comenzando a sentir temor.


-¿Qué te dice que somos diferentes al resto de personas de este sitio?- se carcajeó Kai.


Se acercaron hasta el pelinegro, este se levantó de la cama y quedó acorralado en una esquina. Gerard sentía que se derrumbaba de nuevo, por fin, había encontrado una solución, y ahora… ¿todo había sido una farsa?


-Eres peligroso, debemos acabar contigo- anunció Uruha, irradiando sensualidad al mover su katana con tan expertos y sigilosos movimientos.


Gerard no podía rendirse, no ahora. Intentó huí y escabullirse, pero antes de eso, fue rajado con una de esas armas, sin haberse percatado de que el menor de ojos azules en esos instantes poseía una mirada siniestra.


-Lo sentimos, pero es necesario.- dijo Aoi, con cara de verdadero arrepentimiento.


Poco a poco, fue cortado en varias ocasiones con esas katanas y las  llamas de colores que cada una de ellas desprendía. Parecía que las llamaradas eran como fuego ardiendo, abriendo su piel. Adiós a su Frank, adiós a su triste y corta vida. Lloraba sumido en tan desgarrador dolor incesable.


De repente, el pelinegro abrió sus ojos, intentando respirar, se sentía asfixiado. Miró a su alrededor y no había nadie, se observó y no tenía ni una marca en el cuerpo. Seguía en la misma posición, sentado en su cama. ¿Cómo iba a haber tenido un sueño, si allí no podía dormir? Sintió una gran desconfianza hacía sus nuevos amigos, pero al salir de su habitación, y al verlos correteando uno detrás de otro mientras reían, desapareció. Ellos no podían hacer algo así, sabía que eran de confianza, pero para aclarar sus dudas, decidió preguntarle a Kai sobre lo ocurrido.


-Kai…- lo llamó débilmente.


-Dime- contestó el otro sonriendo y acercándose a él, parando de correr.


-Yo… no es posible soñar aquí ¿no?- preguntó asustado al líder.


-No, que yo sepa, pero puede que tu cabeza controle tus sueños gracias al poder, aunque nunca me ha pasado eso. ¿Por qué?- explicó el mayor intrigado.


-Es que… tuve una especie de sueño, más bien pesadilla, ahora mismo, en la que ustedes… me mataban.- en esos momentos el resto del grupo estaban curiosos  escuchando la conversación,.


-¿No habrás creído que te queremos matar de verdad?- habló Reita, teniendo miedo a que el nuevo desconfiara de ellos, él solo querían ayudarle. Los otros quedaron sorprendidos ante tal atrevida pregunta.


-No, no es eso, pero fue tan real… solo quería saber por qué soñé aquí.- respondió el menor intentando no sonar desconfiado.


-Puede que… hayas soñado con los ojos abiertos, y que hayas desarrollado el poder de controlar el sueño aquí, si es así, tu don es impresionante- dedució Ruki.


-Es probable, pero ten por seguro, que nunca te dañaríamos, ¿qué ganaríamos con ello? Solo quiero que confíes en nosotros…- pidió Kai, y el aludido asintió.


-Ahora vamos a comenzar con el entrenamiento, así que, ¡abrazo grupal!- ordenó Reita, queriendo cambiar de tema y que Gerard se sintiera unido a ellos. El  menor se preguntó qué tenía que ver un abrazo con el entrenamiento, así que asintió sin entender.


-Recuerda que aquí hay que controlar el don para poder sentir, por lo que concéntrate en el tacto.- dijo Kai, eliminando la cara dudosa de Gerard. Este hizo lo ordenado. Todos se acercaron entre ellos y pasaron sus brazos a su alrededor. Gerard era tímido y no le agradaba el contacto humano, a no ser que fuera con su pequeño, eso le volvía loco, pero ahora mismo, ese miedo al contacto humano era el menor de sus problemas. 
Al mantener contacto con los otros, no sintió nada al principió, pero al conseguir la completa concentración, logró sentir el tacto y sonrió, al parecer no se le daba mal eso de los poderes. Al finalizar el abrazo todos sonrieron, y miraron a Gerard, este entendió la pregunta y asintió.


-Prueba superada, pero no creas que todo es así de fácil, ahora empieza lo duro.- dictaminó el de la nariz cubierta.


-Tomen sus armas y vámonos.- ordenó Kai, todos hicieron caso.


Gerard fue conducido hacía una habitación enorme, que contaba con lo que parecían ser espantapájaros, muchos de ellos. 
Esa habitación estaba decorada al más puro estilo medieval, pero con buen gusto y a pesar de ser extraña, se sentía cómodo allí.


-Vamos a marcar horarios de clase, y debéis asistir todos.- habló Kai como si fuera un auténtico profesor. Las personas allí presentes asintieron.- Bien, primero tendremos clase de armas, luego mental, y supongo que también teórica, después habrá descanso y así todo el tiempo, hasta que sea el momento y practiquemos con uno de los seres de verdad, y como no sé escribir en inglés, lo tienes que memorizar, Gerard, ¿entendido?- todos asintieron- Ok- cambió su semblante serio a uno sonriente.
Gerard quería conocer a cada una de esas personas y saber que clase de vida tenían, pero ya tendría tiempo de eso.


-Estos- señaló Aoi a uno de esos muñecos de estatura de una persona normal- son  SCARECROWS, sirven para practicar.
Gerard no lo entendió, ¿qué comparación tenía eso con un ser verdadero si ni siquiera podía moverse?


Entonces Ruki llevó una mano a su cabeza y cerró los ojos, mientras movía la boca y Aoi sacaba su katana. Lo próximo que observó el pelinegro era cómo un SCARECROW parecía haber cobrado vida y se movía con toda naturalidad, atacando a Aoi lanzando golpes. El atacado, levantó su arma, se posicionó, y de un solo movimiento, partió al muñeco por la mitad, como si eso fuera lo más fácil del mundo. Gerard se quedó con la boca abierta, literal y metafóricamente, lo que acababa de observar era impresionante. Aoi realizó una reverencia inclinando su cabeza hacía delante y guardó su katana de llamaradas azules.
Todos rieron al ver la cara de alucinado de Gerard.


-Por ahora Gerard, empezarás con un SCARECROW no poseído para que aprendas a utilizar el arma, y luego empezarás con uno más pequeño pero con vida.- anunció Kai.


Gerard se sentía intrigado y excitado por todo aquello, entonces ideó la idea de escribir un diario de todo lo que ocurría, y así podría contárselo con todo detalle a su Frankie, sea como sea, haría llegar el diario a Frank, aunque no sabía como haría, pero observando las cosas sorprendentes que hacían las personas de su alrededor, no dudaba de que eso no sería problema.


Gerard tomó una katana, y esta volvió a desprender llamas rojas. Kai se dedicó a explicarle los movimientos, y la verdad es que era mucho más complicado de lo que parecía. El resto estaba practicando con SCARECROWS más grandes y “poseídos”, pero los practicantes se movían con agilidad. ¿Cuánto tiempo tendría que practicar él para ser igual de bueno?


Ni sabía cuantas horas habían transcurrido, pero Kai detuvo la clase y anunció que comenzaría otra. En ese tiempo Gerard solo había conseguido causar unos pocos rasguños en el muñeco, pero Kai le dijo que era normal, era la primera vez, que no debía desanimarse, así que se sintió mejor al saber aquello.


Caminaron hacía otra habitación, aún más grande que la anterior y completamente vacía, de paredes blancas, parecía ser la "nada", -auque si lo fuera, no sería de color blanco- pensó el pelinegro. Gerard no sabía qué podían hacer ahí.


-Como esta es mi clase favorita y soy el mejor en esto, explico yo- sonrió Ruki.


-Claro que sí, princesita- rió Reita, intentando enfadar al menor, pero este intentaba no formar una sonrisa en su rostro, ¿habría algo entre ellos?


-Lo que iba diciendo, esta clase consiste en hacer volar la imaginación, y crear lo primero que se te ocurra- explicó el pequeño.


-El que va a volar pareces tú- comentó Reita de nuevo, pero Ruki lo ignoró y prosiguió.


-Hay que cerrar los ojos, pensar en la imagen de lo que quieras que aparezca, concentrarse, y eso surgirá, es más fácil si nombras lo que quieres que aparezca.


Ruki realizó un ejemplo, y todos pudieron observar una estatua que parecía ser Reita, esculpida en mármol, y con el pene exageradamente pequeño.


-Pero serás…- se molestó Reita, el cual se acercó al menor e intentó pegarle, pero el pequeño de un momento a otro estaba ubicado un poco más alejado, como si se hubiera movido a una velocidad sobrehumana. Todos rieron al mirar con detenimiento la estatua. Se podía notar que Reita estaba sonrojado, a pesar de tener esa banda cubriendo su nariz.


Gerard intentó realizar la misma acción, tratando de plasmar una estatua de su adorado Frank, pero por mucho que lo intentó, no pudo, y su paciencia se iba agotando.
Los demás ya habían “creado” varias cosas, y Ruki ya tenía un juego de cuarto completo, con estatua incluida, a su lado.


Kai se acercó a Gerard y le aconsejó:


-Prueba con algo más pequeño y sencillo, no podrás crear algo complicado al primer intento, por muy bueno que seas.


Gerard obedeció, tenía razón, así que probó con otra cosa. 
Intentando de recordar el rostro perfecto de su pequeño, consiguió crear una foto de Frankie.
Al lograrlo sonrió y se la mostró al resto.


-La verdad es que es muy lindo- comentó Uruha, el cual tenía ya muchas botellas de alcohol vacías a su alrededor, al parecer aprovechaba que allí no podía emborracharse para beber como si no hubiera un mañana.


Gerard se sintió feliz tras esas clases, podría lograrlo, podía acabar con esto y ser feliz junto a Frank.


                                              ***


-No quiero clase de teoría- se quejaba Reita.


-Está bien, por ahora, además llevamos mucho tiempo aquí, tenemos que despertar… si no, quedaremos en coma. Siento que te tengas que quedar solo Gerard…- dijo Kai, con tristeza- pero no salgas de aquí por ninguna razón, sería demasiado peligroso, volveremos pronto. – Gerard asintió- yo me quedaré un rato más para asegurar la zona, ustedes iros.


Gerard se dedicó a recorrer ese enorme castillo o lo que sea que fuese, maravillado por todo lo que veía. Consiguió crear una libreta y una cámara de fotos tras muchísimos intentos. Fotografió todo el lugar, y escribió todo lo que había ocurrido hasta ese entonces.


Mientras tanto, Kai tenía una cosa pendiente que hacer, salió del lugar, armado con su katana, y caminó en busca de ese ser del que tenía sospechas. Mayor fue su sorpresa cuando no lo encontró. Tenía un mal presentimiento… ¿podría ser ya demasiado tarde?

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Espero que les guste el capítulo y que no les haya decepcionado. Comentad, por favor >w<

miércoles, 11 de julio de 2012

Capítulo 16 - Sleepless, Painless, Tearless...


La pregunta formulada no tardó en ser respondida.

-Veras, no eres el único con este “don”, pero tampoco es que hayan muchas personas así, y menos que hayan aceptado el “poder”, algunas de ellas son consideradas “dementes”, y lo que que estas personas no saben es que si lo ignoran, se convertirán dementes de verdad.
¿Por dónde comienzo? Digamos que nosotros somos “elegidos”, personas que tienen esta habilidad para mantener el equilibro entre los mundos, nosotros luchamos contras seres malvados de aquí, que intentan dañar a los humanos, para esto estuvimos relacionados con la muerte en algún momento de nuestra vida, todos nosotros, pero tú eres especial, han sido muchas esas ocasiones y has podido “controlarlo” hasta ahora. Recuerdo cuando yo era aún muy pequeño y entraba aquí, mis padres me convencieron de que eran pesadillas, pero no estaban en lo correcto, me costó mucho manejar esto, incluso pasé años aquí sin saber cómo salir, en ese tiempo, en la vida real, me encontraba en coma, como tú lo estás ahora, sin embargo, ahora nosotros estamos durmiendo mientras estamos aquí, ninguno de nosotros nos conocemos en persona, por eso “dormimos” para estar aquí y pasar tiempo juntos ya que vivimos lejos, ahora somos grandes amigos e incluso construimos este sitio con nuestro don, aún seguimos entrenando para hacernos más fuerte.-explicaba Kai.

-Es por eso que nuestra familia piensa que nos pasamos todo el día durmiendo cuando en realidad estamos salvando al mundo.-rió Reita.

Al escuchar todo esto, Gerard se sentía esperanzado y a la vez confuso.

-Entonces ahí es dónde entras tú, todos te quieren atacar ya que tu poder es mayor pero aún ni siquiera has comenzado a entrenar, quieren destruirte antes de que te conviertas en una amenaza para ellos.- continuó explicando Aoi, todos atendían con la mirada fijada en él.

-Eso quiere decir… que ¿hay que destruir a los seres de aquí o algo así? ¿Cómo? ¿Es posible?- preguntaba Gerard intrigado, esta conversación estaba siendo una de las más interesantes de su vida.

-No exactamente, nosotros solo eliminamos a los que son malos, seres demoníacos que se intrometen en el mundo humano, solo eso. También hay que decir que envejecemos mucho más lento que el resto y nuestra vida es más larga, hay mucho que explicar…
Pero ten por seguro que comenzaremos con tu entrenamiento y en poco tiempo podrás irte de aquí y volver cuando lo desees, y así hablar con Frank y tranquilizarlo, me gustaría mucho conocerlo, por lo que dices, es una persona muy fuerte para su edad-Sonrío haciendo sonrojar al novio del mencionado- seguro que algún día nos vemos todos en la realidad y lo pasaríamos muy bien, aunque no nos entendamos- rió- cierto, se me olvidaba eso, aprenderé inglés a partir de ahora.-seguía hablando el más pequeño aún en brazos del más delgado.

-Por lo que nada más hay que eliminar al tal Murthog , aunque no es eliminar completamente, los debilitamos hasta que no posean poder alguno y son encerrados ya que si están muertos, no pueden morir de nuevo, y sí, se “eliminan” con katanas como estás- Aoi señaló las que estaban a su izquierda- No son katanas corrientes- se acercó hacía una y la sacó del envoltorio, al hacer eso, la afilada arma brillaba de un color azul intenso, como si desprendiera llamas- Y es por eso que decidí apodarme Aoi, que significa azul en japonés- Sonrío e hizo algunos movimientos con su arma- Ven, prueba.- Gerard se acercó cuidadosamente y agarró otra katana que estaba en otra funda, la sacó de allí con miedo y al hacerlo, esta desprendía llamas de un color rojo intenso- Impresionante, la primera vez que la sujeta y ya emite llamas- ambos pelinegros quedaron sorprendidos.

-Gerard, tu abuela era como tú, la conocemos, ella sabía que tú eras como ella y me dijo que te dijera cuando llegara el momento, está muy orgullosa de ti.- confesó Kai.
Gerard abrió la boca y se sorprendió aún más, ¿ella sabía todo este tiempo que esto pasaría? ¿ella era como él?¿la vería de nuevo?- Ella está bien ahora, es solo que está escondiéndose de otros seres que la quieren utilizar como anzuelo para atraparte, Elena fue nuestra maestra y tenía un gran poder, rojo como el tuyo, llamado “Akai*”.

-La verdad es que ella se parece mucho a ti- habló el de la bandita sonriendo, a Reita aquel adolescente se le hacía de lo más intrigante, lo admiraba por ser tan fuerte emocionalmente, y a pesar de que el pelinegro se veía tímido, estaba seguro de que serían grandes amigos pronto.

-Creo que por ahora eso es suficiente, no queremos que te explote la cabeza con tantas explicaciones, vamos a mostrarte tu habitación, aunque todo este lugar es nuestro, por lo que tuyo también, ojala fuera así en la realidad, seríamos ricos… y por cierto, no dormimos ni nada aquí, no sentimos sueño, así que hay muchísimo tiempo libre, tampoco es necesario comer o ir al baño, y al aprender a controlar el don somos capaces de aumentar las sensaciones aquí, como el tacto- Reita pellizcó al más pequeño y este soltó un quejido- ¿ves?- sonrío y se escuchó un –idiota- pronunciado por Ruki.
Reita estaba muy entretenido contándole todo lo que sabía al nuevo.-Ah, y los sentimientos, como has podido comprobar, si que están presentes- sonrió.

Gerard fue dirigido hacía su habitación, esta era enorme, tenía muchos libros en una estantería, una cama gigantesca similar a la de los palacios y otros adornos ya que realmente allí nada de eso era necesario, ahora que lo pensaba, -¿para qué una habitación?

-Ni idea, pero Ruki se empeñó en decorar todo, a él le encanta eso, sobre todo diseñar con sus poderes, todo esto fue creado por él- dijo Reita y lo único que salió de los labios de Gerard fue la palabra “Impresionante”, el pelinegro observaba todo como si nunca hubiera visto una habitación.

Definitivamente, iba a descubrir muchas cosas nuevas estos días, meses, o lo que fueran, pero debía de comunicarse con Frank lo antes posible, moría porque no podía ni siquiera decirle que estaba bien, odiaba saber que su amor estaría preocupado.

-Un momento, ¿podrían hacerme un favor?- asintieron- ¿no podrían de algún modo avisar a Frank de que estoy bien?- sugirió el más joven sonrojado.

-Es que aunque regresemos… estaremos en otro país y no podemos hacer nada…- contestó Aoi triste, ya que él realmente quería ayudarlo.

-¡Ya sé! ¿Y si Gerard nos da el número de móvil de Frank y así lo llamamos y le decimos? Aunque no creo que nos haga caso…- pensó Uruha, intentando poder hacer algo.

-Uruha, eres genial, es cierto, el problema es el idioma, Kai ¿tú sabes algo de inglés no?- preguntó Reita, el nombrado asintió- Bien, pues ya está-.
Gerard se sintió muy feliz, realmente estos chicos eran sus segundos salvadores, ya que el primero había sido su amor, que a pesar de no saber nada sobre el tema, le creyó y además intentó ayudarle.

-Muchísimas gracias, no sé cómo se los puedo agradecer, seguro que te creerá, solo tienes que nombrarle la pulsera que él me regalo, seguro que así sabrá quién soy.

En otra DIMensión

Frank no podía hacer nada, sentía que un ser lo había poseído, “eso” actuaba como si ese cuerpo fuera suyo, mientras que el propietario de este no podía hacer más que temer. “Frank” fue al comedor, aún en pijama, y destrozo todo, cubiertos, platos, mesas, sillas… la gente que lo observaba intentaba tranquilizarlo, pero este solo chillaba.
La verdadera alma de Frank, luchaba por recuperar su cuerpo, pero no podía hacer nada.

Al día siguiente, “Frank” seguía recorriendo todo el instituto chillando y  en ocasiones haciéndose daño a si mismo, entonces, de un momento a otro, pensó en los momentos que había pasado junto a su amor, en sus besos, en sus risas… y de ese modo, se sintió dueño de su cuerpo de nuevo, pero cayó desmayado en medio de un pasillo.

El pequeño estaba aterrado, más por lo que podía sucederle a Gerard que a él.

Frank lo visitaba en el manicomio cada día, pero era como si su novio se encontrara en otro sitio, y de eso estaba seguro.
La semana siguiente, muerto en vida como estaba, en la mañana sonó su móvil, él no hizo caso, estaba hundido en su dolor, recordando su pasado, pero el dichoso móvil no dejaba de sonar, así que no tuvo otro remedio que agarrarlo y contestar.

-¿Sí?

-Hola Frank, sé que es difícil de creer, pero Gerard está bien, está conmigo y unos amigos en ese mundo, hay más personas como él, yo soy uno de ellas, él quiere acabar con todo esto y estar a tu lado, dice que te ama y que volverá pronto, quería que te dijera que no te preocupes, que él está bien. Los siento, no sé hablar inglés, espero que me entiendas, él me dijo que para que me creyeras, dijera algo sobre la pulsera que le regalaste hace un tiempo, esa que no se iba a quitar jamás.

Frank se quedó en blanco al escuchar aquellas palabras que casi no se entendían de aquel chico, si esto era una broma, era una de mal gusto, pero tenía el presentimiento de que no era mentira, además, ¿por qué una persona de otro país, asiático probablemente por su acento, tenía su número y le había llamado para decirle esas cosas que nadie más sabía? Así que decidió creer y aferrarse a ello.

-Yo… dile a Gerard que lo extraño, pero que lucharé por el, dile que lo amo- rompió en llanto- dile que algo extraño ha entrado en mi cuerpo hace una semana como si me hubieran poseído, dile que confío en él y que sé que acabará con todo esto, por favor, permanece a su lado y ayúdalo.-las lagrimas corrían por sus ojos mientras hablaba, de felicidad al saber que su amor estaba bien y de añoranza ya que lo extrañaba demasiado.

-Ok, se lo diré, y lo haré, volverá pronto, gracias por creer- Kai al escuchar que algo lo había poseído, o eso creyó haber escuchado, se preocupó pero creía saber de quién se trataba y podría acabar con él, debía hacerlo, aún así, sabía que si el espíritu permanecía mucho tiempo en contacto con Frank, el pequeño también sería “especial” como ellos.

-Por favor… ¿podrías llamarme cuando puedas para estar al corriente de la situación? Lo extraño demasiado…- más lágrimas bajaban por su rostro.

-Por supuesto, te lo prometo, se nota cuánto lo quieres, ahora voy con él a luchar contra el mal- Frank se escuchó una risita a través del teléfono- Tranquilo, él estará bien, adiós. Por cierto, me llamo Kai.

El más pequeño solo puedo despedirse y agradecérselo de todo corazón, había recuperado a su razón para vivir, a su única esperanza.

Tú no estás solo,
Estamos juntos,
Estaré a tu lado, tú sabes que te tomaré de la mano
Cuando esto se ponga frío
Y se siente como el final, no hay lugar a dónde ir
Tú sabes que no me rendiré, no, no me rendiré,
Sigue aferrándote, porque tú sabes que lo superaremos, lo superaremos,
Solo mantente fuerte, porque sabes que estoy aquí para ti,
No hay nada que puedas decir, nada que puedas hacer,
No hay otro camino cuando la verdad aparece,
Así que sigue aferrándote, porque tú sabes que lo superaremos, lo superaremos.
Tan lejano, desearía que estuvieras aquí, antes fue muy tarde
Esto podría desaparecer,
Antes de que la puerta se cierre y viene un final,
Contigo a mi lado pelearé y defenderé, pelearé y defenderé.

Escúchame cuando te digo, cuando te digo que creo
Que nada cambiará, nada cambiará el destino,
Lo que sea que signifique lo solucionaremos perfectamente.
Sigue aferrándote, porque tú sabes que lo superaremos, lo superaremos…

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*Akai: significa rojo en japonés.

Escuchar la canción (Keep holding on - Avril Lavigne):*Canción* http://www.youtube.com/watch?v=JWNQygfu4YM
La letras en negritas pertenecen a la letra de esta canción.


Capítulo 15 - Breathless, Memoryless, Bondless...


Gerard se adentraba en aquel extraño lugar, tras pasar un puente en el que debajo había un extraño líquido rojo que se movía como si fuera un río, cruzó una puerta en forma de arco que brillaba tanto que parecía estar hecha de diamantes. Al pasar esta, maravillado por todo lo que veía ante sus ojos, se observaban miles y miles de escaleras que subían y cuyo fin era desconocido. Abrió los ojos de par en par al pensar que debía subir todas esas escaleras, pensó que si hacía eso tardaría días.

-No te preocupes, no es tanto como parece, además aquí no sentimos cansancio y tenemos todo el tiempo del mundo- sonrío divertido el pelinegro del piercing en el labio.

-Vamos, nos echamos una carrera y así se hará más leve- propuso el de la extraña bandita en la nariz, cuyo nombre había sido mencionado anteriormente pero Gerard lo había olvidado.

Así al contar hasta tres, todos salieron disparados escaleras hacía arriba, iban demasiado deprisa. El que había propuesto el reto se encontraba más adelantado, mientras que Gerard estaba el último, pero aún así, se sentía sorprendido por lo rápido que se movían sus pies, sin necesidad de hacer una pausa para tomar oxígeno, sin una pizca de cansancio y no se sentía asfixiado en lo absoluto.

-Wow, esto es increíble, así si merece la pena correr.-dictaminó el “nuevo” de ese lugar, sonriendo por primera vez desde hacía mucho tiempo.

Cuando miró hacía arriba observó al más pequeño en brazos del más rápido, el menor daba pataletas e intentaba zafarse de los brazos del más delgado sin ningún éxito.

-¡Reita, suéltame, que me sueltes estúpida iguana!- el mayor solo reía y subía las escaleras velozmente sujetando al pequeño.

-Reita, déjalo ya que después ya sabes como se pone cuando se enfada…-ordenó el de cálida sonrisa.

Gerard no sabía el por qué pero sentía familiaridad allí, se sentía acogido. Recordaba las bromas que solían hacer sus amigos y sus discusiones estúpidas, cuánto las extrañaba… Y por supuesto, todo este tiempo en lo único que podía pensar era en Frank, su pequeño, lo extrañaba demasiado, si pudiera desear algo en ese momento, sería simplemente verlo de nuevo.

Al llegar por fin arriba del todo, había una gran puerta metálica de piedras preciosas, y al ser abierta quedó aún más alucinado al ver que eso era un castillo lujoso.
Al entrar observó unos cómodos sillones a su derecha, habían cuadros y más escaleras, Y a su izquierda muchos objetos alargados en una funda que parecían ser katanas, ordenadas y de diferentes diseños.

-Bienvenido a nuestro “hogar”- hizo comillas con los dedos el de cabello anaranjado.

-¡Reita bájame ya!- estos seguían discutiendo, pero Reita por fin bajó al menor y este le dio una patada en el estómago al más delgado, el agredido pareció no inmutarse y siguió riendo acariciando la cabeza del menor como si de un niño se tratara.

-Sentémonos- sugirió el que parecía ser más maduro, el de la gran sonrisa.

Gerard se sentía perdido, ¿acaso es cierto que estoy loco? Se preguntó a si mismo.

-Bueno, primero presentación- habló el del piercing en el labio- yo me llamo Aoi, bueno, ese es mi apodo, en realidad me llamo Shiroyama Yuu pero eso te será más complicado de recordar, así que simplemente Aoi.- sonrío, Gerard se sintió cómodo allí, todos parecían estar relajados y alegres, se preguntaba cómo podían estarlo.

-O puedes llamarlo cara de pony y/o gato, si lo prefieres-sonrío el tal Reita, que parecía ser el bromista del grupo.
Aoi simplemente le ignoró pero no podía ocultar la sonrisa de su rostro.

-Yo soy Takashima Kouyou, pero mi apodo es Uruha.-habló el de hermoso rostro y cabellos anaranjados.

-O puedes llamarlo cara de pato y/o patito- volvió a decir Reita. Lo cierto es que si tenía cierto parecido con un pato, también observó a Aoi y comprobó que Reita tenía razón.

-Me llamo Uke Yutaka, mi apodo es Kai, encantado- habló el de gran sonrisa que parecía ser el “líder” de esos chicos que parecían ya adultos pero se comportaban como niños.

-O puedes llamarlo koala y/o señor sonrisitas, aunque creo que su nombre real es lo suficientemente insultante-se carcajeó Reita, yo no entendí la broma. Kai borró la sonrisa de su rostro y observó al bromista, este se quedo callado y agachó la cabeza, wow, al parecer si que era el líder.
Reita se acercó al oído de Gerard al notar su mirada desconcertada y susurró: -Se le dice uke al que “recibe” en una relación entre hombres, no sé si me entiendes- Gerard asintió, ahora lo entendía.-Mira, observa- Gerard obedeció-¡Uke!- dijo elevando la voz.

-¿Si?- contestó Kai y Reita y Gerard cubrieron sus rostros con la mano para evitar reír.

-Nada, nada- respondió Reita divertido.

-Yo soy Takanori Matsumoto, pero llámame Ruki- habló el más pequeño, que no sería más alto que Frank, y que embriagaba con esos ojos azules a cualquiera.
Reita parecía que iba a decir algo pero Ruki habló antes.- Si, ya sé “O llámale chihuahua y/o chibi*” jaja que divertido eres Reita- dijo el pequeño sarcásticamente.

-Enano…-susurró el de la bandita en la nariz, se levantó, jaló a Ruki de una mano, este quedó de pie, luego Reita se sentó sujetando al menor de la cintura, haciendo que este se sentara sobre él.

-¡Déjame!-chilló el menor. A pesar de sus “discusiones”, saltaba a la vista que había un gran cariño entre ellos.

-Yo soy Suzuki Akira, llámame Reita- sonrío observando al ver al menor intentando escapar.

-O llámalo iguana desnarigada y/o desteñida- se burló Ruki, pero el “insultado” en vez de mostrar enfado, sonrío.

-Vaya Ruki, veo que aprendes rápido, pequeño.- le “alabó” y apretó más fuerte. El resto no podía evitar sonreír al ver esa escena, parecía que al más bajito le ofendía ser llamado pequeño, enano o cualquier otro adjetivo relacionado con su tamaño, eso le recordó a su Frankie…a veces el mayor escuchaba al menor llamándolo, diciéndole palabras de consuelo, ¿eso realmente se lo decía Frank desde el otro mundo?

Es verdad que Ruki era bajito, se veía adorable con esa cara redonda pero era obvio que ya no era un niño, se podía notar en su rostro.

-Si, somos adultos, al menos físicamente, exceptuando a alguno- Aoi miró al más pequeño uniéndose al juego- somos veinteañeros- rió.

-Emm… yo soy simplemente Gerard Arthur Way Lee, llámenme Gerard, no sé ni en qué día o año estoy, así que no sé mi edad, pero menos de veinte creo tener, supongo, gracias por ayudarme, se los agradezco muchísimo.- se presentó el más joven, que seguía sintiéndose perdido y sin saber qué hacía ahí, pero aún así, esas personas le hacían sonreír.

-Bueno, ahora hay mucho de qué hablar, queremos ayudarte, así que queremos saber sobre ti y contestaremos cualquiera de tus dudas, cuéntanos o pregúntanos.- habló Kai tranquilamente inspirando confianza.

Gerard se sentía con ganas de hablar y de desahogarse así que contó con pelos y señales todo sobre él y el por qué se encontraba aquí, había derramado lágrimas al nombrar a Frank, pero Uruha le dio un golpecito en el hombro en señal de apoyo. Todos comprendieron la gravedad de la situación pero sabían que podían ayudarle, querían ayudarle, recordaban como se habían sentido ellos cuando vinieron por primera vez a este mundo, lo perdidos que se sentían…

-¿Puedo preguntar algo?- pidió permiso el más joven, todos asintieron- ustedes… ¿cómo es que también están aquí?



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*ChibiEstilo de representación infantil de un personaje en el cual generalmente son mas grandes los ojos, el cuerpo pequeño, las manos no tienen dedos, la voz es infantil y el comportamiento mas travieso. Es usado para presentar una versión del personaje mas tierno o lindo.

Ejemplo de chibi: chibi

sábado, 30 de junio de 2012

Capítulo 14 - Meaningless


Los días pasaban lentamente, en cada uno de ellos el dolor y sufrimiento de Frank aumentaban, al contrario de sus esperanzas, que parecían desvanecerse al igual que se va apagando la luz de una vela.
Habían pasado unas semanas desde que Gerard estaba en coma, el menor estaba la mayor parte del tiempo a su lado, dedicándole palabras de fe y ánimo. Intentó con todas sus fuerzas quedarse en aquella asquerosa y blanca habitación cada día, pero tanto el instituto como los médicos de ese hospital no se lo permitían, aún así se escabullía cuando podía y se sentaba al lado de la cama del inconsciente, tomando su mano en señal de apoyo, transmitiéndole su fuerza, mientras lloraba largas horas.

Eso que sentía Frank, era un dolor indescriptible, un dolor mayor que el físico, se sentía vacío, como si su pecho hubiera sido abierto con un afilado cuchillo y le hubieran arrancado la mitad de su corazón, creía que su vida había dejado de tener sentido, y la desesperación que sentía cada vez que veía al mayor, simplemente hacía que miles de espadas rajaran su interior.


Frank no era el único que sufría, tanto sus compañeros de escuela como sus familiares no eran los mismos de siempre, ni siquiera Mario bromeaba, el instituto permanecía en silencio, y en ocasiones, los alumnos cuchicheaban sobre lo ocurrido.
Mikey cayó en una depresión, convirtiéndose en lo que una vez su hermano fue.
No era la primera vez que Gerard estaba hospitalizado, ni la primera que estaba en coma, pero esta situación era más grave a las anteriores.


-Gee, por favor, continua luchando, yo sé que puedes, despierta amor…- esas fueron una de las tantas desconsoladoras palabras de Frank.
La puerta se abrió de un momento a otro.


-Iero, debe irse ya, se acabaron las visitas por hoy.- el anteriormente mencionado sabía que por mucho que hiciera no podría quedarse allí así que obedeció tras despedirse del pálido pelinegro.


¿Cómo había ocurrido todo esto? Simple, aquella noche Frank se había despertado como siempre, al lado del ahora hospitalizado, pero este no reaccionaba, el pequeño se asustó y llamó a una ambulancia, rápidamente los llamados acudieron al lugar y fue trasladado en una camilla hacía el hospital.
                                       
                                                       ***


Tres meses después, la situación no mejoraba, eran unas deprimentes navidades.
El rendimiento escolar de Frank estaba por los suelos, este ya no era el niño feliz y sonriente que solía ser, casi ni hablaba y era mal educado cuando lo hacía, parecía más un zombie andante que un humano.
Mikey estaba más o menos igual que este, esto destrozaba a los padres de los hermanos Way, temían que su hijo menor acabará igual que el mayor, obviamente también estaban preocupados por este.


Dos meses más tarde, un día en el que Frank realizaba su habitual ritual de visita al “bello durmiente”, este pareció reaccionar, simplemente pronunció la palabra “Frankie” aún con la mirada perdida, el aludido lloró de la emoción.


-Tranquilo, estarás bien, te amo Gerard.- fue la respuesta del menor.


Fue a llamar a una enfermera inmediatamente, pero tras la examinación del doctor a su paciente, se dio cuenta de que Gerard no había mejorado, puede que incluso había empeorado.


-Lo siento, el paciente está saliendo del coma pero ha sufrido grandes daños en su cerebro por lo que puede que permanezca así, pero aunque es muy poco probable, hay posibilidades de que con una terapia mejore…- Frank se hundió en su dolor definitivamente…


Una semana después, Gerard fue internado en el manicomio de la ciudad tras la decisión de sus padres, allí recibiría la ayuda necesaria.


Frank pensó que esto sería el fin, definitivamente su vida no tenía sentido ahora que su amor era tratado como un loco con discapacidad.


Una noche el pequeño intentaba dormir, dando vueltas y vueltas, últimamente siempre tenía pesadillas y comía para poder subsistir, sin tener una razón para hacerlo, incluso tenía terapias semanales con el psicólogo.


Se cruzó por su cabeza la estúpida idea de suicidarse y así si moría iría al sitio en el que se encontraba Gerard, se reuniría con él y serían felices, pero tras meditarlo desechó esa idea, aún era muy joven y le quedaba alguna esperanza en el fondo de su corazón de que Gerard despertaría.


Esa noche vio una extraña sombra oscura a su lado, él lo ignoró pero de pronto sintió como si algo entraba en sus entrañas y algo lo invadiera, entonces sus ojos se tornaron de un color oscuro y una sonrisa cubrió su rostro.


En otra DIMensión

Gerard estaba de nuevo en ese podrido lugar, recorriendo ese mundo tratando de no ser descubierto, no tenía ni idea de lo que debía hacer para acabar con todo esto, ¿había alguna forma de olvidar su pasado y no volver más a este mundo? No lo sabía, no sabía cual era su misión.
A pesar de caminar durante horas, no se sentía cansado ni tenía hambre, ¿en que tipo de lugar estaba?
Todo el territorio era lo mismo, calles llenas de gente vestida de esa forma, que parecía no inmutarse a pesar de ver al extraño caminar por su territorio, simplemente seguían su camino, caminando lentamente y en dirección recta, como si tuvieran algo que hacer.


Gerard vio una especie de colina a lo lejos, negra, era lo único que no encajaba en ese lugar, al acercarse observó como la tierra de la colina iba desapareciendo, y de repente, una imagen de Frank surgió ante él como si de un portal se tratase, el menor lucía unas enormes ojeras y estaba durmiendo en su cómoda cama, pero se revolvía en ella. Gerard lloró al ver esta imagen, y al llevarse la mano a los ojos para limpiarse las lágrimas y así poder ver claramente a su pequeño, notó como esta se llenaba de un líquido negro, el pelinegro le restó importancia y acercó su mano a través del “portal” para poder tocar al menor, pero no pudo, este se desesperó y lo intentó de nuevo, pero era inútil, ni siquiera podía notar su presencia.


-¡Frankie, Frankie, por favor, escúchame, te amo!- intentó gritar lo más alto que pudo hasta dolerle la garganta, pero
sus palabras no estaban ahí, su voz no salía y nada cambiaba en la imagen de Frank, sin embargo, al pasar un rato este pareció mirar en dirección al mencionado con una cara que no transmitía nada.
De repente, esta imagen fue cambiada por otra en la que estaba su familia, reunida en una mesa, todos con caras tristes, sin una pizca de alegría en sus rostros, Gerard intentó hacer lo mismo que hizo con la imagen de Frank, pero al igual que la anterior ocasión, no sirvió de nada, la impotencia de este creció hasta un alto límite y chilló fuertemente, gritó durante minutos intentando desahogarse.


Pasó un tiempo indefinido allí, observando las imágenes que se mostraban ante él, sin poder hacer nada pensando en qué debía hacer, pero no encontraba una respuesta.


¿Alguna vez te has perdido en un mundo diferente donde todo lo que alguna vez conociste, desapareció?
Y tú, te encuentras impotente con todo lo que existe, estás pasmado.
¿Algún día me liberaré?
Busqué en mi mundo y no pude encontrarte. 
Estás ahí pero no puedo tocarte, trato de hablar pero las palabras no me salen.
Puedo sentir una sensación de peligro, me miras como si fuese un desconocido.
Paralizado y parece no importarte. 
Los demonios en mis sueños…
Si tú, te conviertes en nadie, ciego para tu familia, ¿quién podrías ser?
Y la vida, se ha revertido, recordando cada dolor, a lo largo del camino.
Todo lo que temes, te está llamando y te estás ahogando en ello.
¡Despiértame y vamos! Estoy a punto de explotar.
….


Gerard, creyendo haber perdido aún más la cordura, en el mismo lugar, observando lo único que lo mantenía unido al mundo humano, permanecía allí sin parpadear, hasta que quién sabe cuánto tiempo después, unos chicos que parecían tener más o menos su edad, vestidos al igual que el resto, pero a diferencia de los demás, sin la mirada perdida, lo agarraron del brazo y lo arrastraron lejos de allí, el pelinegro no puedo oponer resistencia y dejó que lo jalarán hasta quién sabe dónde.
Pararon en una especie de cueva para que el “arrastrado” se sintiera más aliviado.


-Hey, tranquilo, somos humanos vivientes, ¿creías que tú eras el único con este poder, idiota?- habló uno de ellos, alto, muy delgado, de cabello rubio y liso, con una extraña venda en la nariz, y al igual que el resto, de rasgos asiáticos.


-Basta Reita, lo vas a asustar más.- regañó al otro.- confía en nosotros, sé que es difícil hacerlo, pero te sacaremos de aquí e iremos a otra zona más segura, estamos en un lugar peligroso- trató de calmar otro de ellos, no tan delgado como el anterior, de cabello  negro con una sonrisa y unos ojos que transmitían seguridad.


Gerard se quedó aún más sorprendido, ¿él no era el único? ¿acaso estaba teniendo alucinaciones? Pero, ¿qué más podía perder? Se dejó guiar.


-Y ¿Cómo es que todos hablamos el mismo idioma?- preguntó Gerard intentando tener un diálogo, cosa que no tenía desde hace muchísimo tiempo.


-No es que hablemos el mismo idioma, es que simplemente no hablamos, aquí a pesar de que abramos la boca y cada uno utilice su lenguaje, lo que nos hace entendernos es la mente, escuchamos lo que cada uno habla en su idioma… pero no hay tiempo para explicaciones ahora, cuando lleguemos ya podremos aclarar todo.- habló otro de cabello marrón claro anaranjado, de labios en forma de pato y que emanaba una belleza que no podía ser ignorada, tanto así que tenía rasgos femeninos pero a la vez denotaba masculinidad, como su voz.


-No veas la que has montado aquí, todo el mundo habla de ti.- dijo otro mientras caminaban o más bien, corrían. Era notablemente más bajo que el resto, de cabello rubio y unos ojos azul claro.


-No te preocupes, todo se solucionará, sabemos como salir de aquí.- dictaminó el último en hablar, picando un ojo tras ver la cara de preocupación de Gerard. Su cabello era negro, más largo que el del chico con la sonrisa en el rostro, tenía unos labios voluptuosos con un piercing adornándolos y una mirada gatuna.


Cuando llegaron, Gerard no pudo creer lo que vieron sus ojos, un pueblo, a diferencia del resto, muy colorido y espectacular, bajo sus pies había hierba y el cielo estaba iluminado, miró a sus “salvadores” y estos al observar la mirada de felicidad del “perdido”, sonrieron y se adentraron en el pueblo.
¿Dónde demonios estaba?
¿Alguna vez te has perdido en un mundo diferente donde todo lo que alguna vez conociste, desapareció?
Y tú, te encuentras impotente con todo lo que existe, estás pasmado.
¿Algún día me liberaré?
Busqué en mi mundo y no pude encontrarte. 
Estás ahí pero no puedo tocarte, trato de hablar pero las palabras no me salen.
Puedo sentir una sensación de peligro, me miras como si fuese un desconocido.
Paralizado y parece no importarte. 
Los demonios en mis sueños…
Si tú, te conviertes en nadie, ciego para tu familia, ¿quién podrías ser?
Y la vida, se ha revertido, recordando cada dolor, a lo largo del camino.
Todo lo que temes, te está llamando y te estás ahogando en ello.
¡Despiértame y vamos! Estoy a punto de explotar.
….


Gerard, creyendo haber perdido aún más la cordura, en el mismo lugar, observando lo único que lo mantenía unido al mundo humano, permanecía allí sin parpadear, hasta que quién sabe cuánto tiempo después, unos chicos que parecían tener más o menos su edad, vestidos al igual que el resto, pero a diferencia de los demás, sin la mirada perdida, lo agarraron del brazo y lo arrastraron lejos de allí, el pelinegro no puedo oponer resistencia y dejó que lo jalarán hasta quién sabe dónde.
Pararon en una especie de cueva para que el “arrastrado” se sintiera más aliviado.


-Hey, tranquilo, somos humanos vivientes, ¿creías que tú eras el único con este poder, idiota?- habló uno de ellos, alto, muy delgado, de cabello rubio y liso, con una extraña venda en la nariz, y al igual que el resto, de rasgos asiáticos.


-Basta Reita, lo vas a asustar más.- regañó al otro.- confía en nosotros, sé que es difícil hacerlo, pero te sacaremos de aquí e iremos a otra zona más segura, estamos en un lugar peligroso- trató de calmar otro de ellos, no tan delgado como el anterior, de cabello  negro con una sonrisa y unos ojos que transmitían seguridad.


Gerard se quedó aún más sorprendido, ¿él no era el único? ¿acaso estaba teniendo alucinaciones? Pero, ¿qué más podía perder? Se dejó guiar.


-Y¿Cómo es que todos hablamos el mismo idioma?- preguntó Gerard intentando tener un diálogo, cosa que no tenía desde hace muchísimo tiempo.


-No es que hablemos el mismo idioma, es que simplemente no hablamos, aquí a pesar de que abramos la boca y cada uno utilice su lenguaje, lo que nos hace entendernos es la mente, escuchamos lo que cada uno habla en su idioma… pero no hay tiempo para explicaciones ahora, cuando lleguemos ya podremos aclarar todo.- habló otro de cabello marrón claro anaranjado, de labios en forma de pato y que emanaba una belleza que no podía ser ignorada, tanto así que tenía rasgos femeninos pero a la vez denotaba masculinidad, como su voz.


-No veas la que has montado aquí, todo el mundo habla de ti.- dijo otro mientras caminaban o más bien, corrían. Era notablemente más bajo que el resto, de cabello rubio y unos ojos azul claro.


-No te preocupes, todo se solucionará, sabemos como salir de aquí.- dictaminó el último en hablar, picando un ojo tras ver la cara de preocupación de Gerard. Su cabello era negro, más largo que el del chico con la sonrisa en el rostro, tenía unos labios volumtusos con un piercing adornándolos y una mirada gatuna.


Cuando llegaron, Gerard no pudo creer lo que vieron sus ojos, un pueblo, a diferencia del resto, muy colorido y espectacular, bajo sus pies había hierba y el cielo estaba iluminado, miró a sus “salvadores” y estos al observar la mirada de felicidad del “perdido”, sonrieron y se adentraron en el pueblo.
¿Dónde demonios estaba?

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Hola de nuevo, estoy de vuelta, que alegría que ya estamos en vacaciones. 
Espero que les guste el capítulo.
Imágenes:
Chico 1-Reita
Chico 2 - Kai
Chico 2 - Kai sonrisa
Chico 3 - Uruha
Chico 4 - Ruki (imagínenselo con ojos azul claro)
Chico 5 - Aoi
Lugar al que van  (más o menos así)
Hay una parte de la canción, en la que la traducción que aparece en el vídeo, dice "y se están acercando" referido a los temores, pero en el capítulo yo lo tomé de un modo literal que sería "y te estás ahogando en ellos" ya que es la forma correcta.
Eso es todo, espero continuar pronto.

martes, 26 de junio de 2012

Capítulo 13 - Keep The Faith


Gerard continuaba sumido en aquel terrible sueño del que no podía escapar, la hermosa niña de cabellos rubios no hacía más que reírse en su cara, como burlándose de la cara de terror del pelinegro y alegrándose de no estar en la misma situación en la que él estaba. Pero a pesar de eso, y a pesar del dolor desgarrador que estaba sintiendo aquel humano, intentaba descifrar el significado de las palabras anteriormente mencionadas por la espectro, “Es la única forma”, trataba de darle algún sentido a esas cuatro palabras, ¿es la única forma de qué?
Gerard rodeó su muñeca derecha con la mano, allí en dónde tenía su bien más preciado, la pulsera que le había regalado el ser al que amaba, acariciaba aquel objeto como si pensara que al hacer aquello todo el dolor acabaría, pero no fue así. Entonces recordó las palabras de su abuela, debía poner la mente en blanco, debía ignorar todo a su alrededor y hacerlo desaparecer para escapar de allí, pero eso no sería para nada fácil, teniendo en cuenta todas las cosas que tenía en su cabeza, el olor asqueroso y podrido de ese lugar, esas malvadas risas clavándose en sus oídos, aun así lo intentó, se quedó estático mirando a la nada, intentando hacer todo aquello desaparecer con todas sus fuerzas, pero nada pasaba, todo continuaba igual.
 Lloriqueó para sus adentros y al décimo intento, la malévola niña cambio su semblante de burla por otro de miedo,  y de repente, como por arte de magia, todo a su alrededor comenzaba a disolverse, perdiendo el color poco a poco, hasta que ya no había nada.
Con una exhalación se levantó de la cama y se situó en una esquina de la habitación, se sentó agarrando sus rodillas, susurrando cosas incomprensibles.
Frank al ver aquella situación, a Gerard con rasguños por su cuerpo y allí sentado, se asustó, suplicaba para que lo que su pequeña cabeza pensaba que quizás hubiera ocurrido no fuera cierto. Corrió hacia el más alto y se agacho para quedar a su altura.

-Gee, tranquilo, dime qué ha pasado.- preguntaba Frank con un nudo en la garganta al no querer saber la respuesta.

-Déjame, fuera, ¡lárgate!- el pequeño sintió que su corazón se rompía en pedazos.

-Gee, por favor…- suplicaba el menor en un susurro apenas audible.

-¡Que te largues! ¡Déjame solo! ¡No te acerques a mi, solo te haré daño!- y esa fue la fría respuesta del mayor, que no sabía ni lo que decía, simplemente su boca se movía soltando palabras que él no podía controlar. Sin saber por qué su mano se movió sola y chocó contra la mejilla de Frank fuertemente.

Frank preocupado y a la vez dolido salió de aquella habitación, llorando a través de sus ojos y de su corazón. Se dirigió hacia la biblioteca arrastrando sus pies, ese no era el Gerard que él conocía, quizás debía dejarle un tiempo solo para que se relajara, pero ¿había vuelto a esa horrible pesadilla de nuevo?
El menor se sentó en una silla en aquel oscuro cuarto y no dejó de derramar lágrimas por toda la superficie de la mesa, y al pasar las horas se quedó dormido mientras unas gotas cristalinas danzaban sobre su rostro y unas ojeras comenzaban a formarse.

Mientras tanto, Gerard gritaba, no sabía por qué pero gritaba y se daba pequeños golpes contra la pared. Unas horas después, creyó haber recuperado la conciencia y lloraba al recordar que había hecho mientras no era dueño de su cuerpo. Entonces pensó que Frank lo odiaría, se odiaba por haber sido capaz de ponerle un dedo encima a su pequeño, pero, ¿qué demonios había pasado? Le dolía aun el cuerpo, pero al menos intentaría arreglar las cosas con Frank antes de que fuera demasiado tarde, ya que incluso llegó a pensar que pronto podría volverse a ir y moriría pronto.

Buscó por todos los pasillos, asfixiado, hasta llegar a la biblioteca en dónde pudo localizar al pequeño con su cabeza recostada sobre aquella incómoda mesa. Se acercó lentamente, no sabía que hacer, solo quería que lo perdonara, que supiese que él jamás habría sido capaz de dañarlo.

-Frankie…- susurró su nombre con temor y lo movió levemente, el aludido, nada más al abrir sus ojos lo miró aterrado. – Frankie, lo siento, realmente lo siento, yo no quería golpearte, te juro que ese no era yo, por favor, perdóname.- trataba de pronunciar aquellas palabras mientras lloraba.

-Hey, tranquilo, te creo- Frank acarició su rostro con cuidado, con miedo a la reacción del mayor.

-En serio, Frankie, tengo miedo, es mejor que te alejes de mi, esto cada vez es peor.

-Gerard, escúchame, no lo haré, tú eres parte de mi vida y no puedo perderte, así que encontraremos una manera de solucionarlo, habla con tu abuela, no sé, pero por favor, mantén la fe y nunca te rindas, no dejes que esos cabrones controlen tu vida.- esas palabras salieron directamente desde el corazón del menor, estaba aterrado, pero sentía que Gerard era lo suficientemente fuerte como para poder librarse de esto.


-Quiero creer en tus palabras, Frankie- el pelinegro no quería insistir para no preocupar más a Frank, que no estaba al corriente de cuánto había empeorado la situación cada vez, consideró que sería mejor que a partir de ahora no le contaría más sobre esto para poner su vida a salvo ya que estaba seguro de que esos seres volverían, estaban al tanto de lo importante que era Frank para él y el riesgo que este corría.

Ambos humanos se sentían indefensos, no tenían a nadie a quien acudir, nadie podía ayudarles en todo esto.

Sintiéndose  completamente atemorizados y sin esperanza alguna, volvieron al dormitorio, Gerard sabía que pronto algo parecido volvería a pasar y que si dormía, era más probable aún, pero debía poner a salvo a Frank, ya sea sacrificándose él mismo y acabar con todo esto, así que sin previo aviso el mayor comenzó a comerse la boca del otro desesperadamente en la cama, a recorrer todo su ser con sus manos, tenía miedo de no poder volver a hacer aquello nunca más, por lo que se desahogó con los labios de su amante, que correspondía mientras lloraba atacado. Así corrieron los minutos y una hora pasó, los amantes simplemente acariciaban sus cuerpos y recorrían con sus labios el cuello del otro.

-Frankie, pase lo que pase, recuerda que te amo.- pronunció estás palabras con el miedo a desaparecer de ese mundo pronto.

-Yo también te amo, Gee. – Frank no era tonto, sabía que algo muy grave ocurría pero se sentía mal consigo mismo por no poder hacer nada al respecto. Poco a poco el menor fue cerrando sus párpados y retomando el sueño, aun lloriqueando.


Gerard no lo aguantó más y aferrado a su amor se durmió con terror.
Como había previsto, al abrir sus párpados, estaba en otro mundo, atemorizado pero a la vez con la adrenalina recorriendo su cuerpo preparado para acabar con todo esto de una maldita vez.

                                             ****

Ocho horas después, Frank lloraba, al observar a su novio inconsciente postrado en una incómoda cama blanca, con una gran cantidad de tubos que no sabía ni dónde comenzaban ni dónde acababan, y sus ojos, abiertos con la mirada perdida, como si estuviera luchando interiormente con algo.

-Lo sentimos, sigue en coma y no sabemos si despertará, aún si lo hace puede ser en unas horas o incluso dentro de veinte años.- una fría enfermera de cabello pelirrojo anunciaba aquello a las personas que estaban reunidas en esa sala, que no eran más que la madre, el hermano de Gerard, y por supuesto, Frank.

Al escuchar aquello, Frank sintió el crujir de su corazón, que se partía en pequeños trocitos de nuevo, pero él sabía, tenía el presentimiento de que Gerard saldría de esta, tenía fe en ello, el amor de su vida acabaría con todos sus tormentos y seguiría adelante.